Participando en el diseño y organización de nuestro primer gran curso virtual orientado a visibilizar a las mexicanas en el extranjero en los diferentes ámbitos profesionales (el cual discutiré en mi próximo blog) tuve varias reflexiones. Este ejercicio virtual, antes de empezar, ya ha puesto de manifiesto dos milestones personales importantes: la creación de contenido en español y la publicación de mi historia digital profesional.

Me dedico a crear historias y campañas digitales de marcas e iniciativas de transformación digital. A diario recibo llamadas de emprendedores, organizaciones, CEOs que buscan mi opinión en sus iniciativas, proyectos, etc., y cómo posicionarlas. Si, se me da muy fácil. Claro, lo he practicado durante los últimos 20 años. No obstante, me resistía a aplicar estos principios a la solidificación de mi marca personal.
Justo abordaba mi vuelo de Estambul, cuando, en medio de la lluvia de nieve, leí una publicación de mi querida Martha en nuestro grupo privado de mujeres, donde reflexionaba sobre el reto personal que ha implicado para ella el plasmarse a sí misma de manera digital. Martha, para mí también lo ha sido! Por qué? Muy buena pregunta, lo discutiré en los siguientes tres puntos:
1. Normalización
Para mí no había “nada que contar”. En la cotidianeidad, empecé a considerar como fácil eso a lo que dedico – claro, tras años de estudio y práctica, a mí me toma una mirada el decidir qué hacer… y un poco más el instruir/ comunicar al equipo cómo hacerlo.
Y bien, hombres y mujeres nos percibimos a nosotros mismos de manera muy diferente. Las mujeres somos más conectadas, los hombres, separados (Markus y Oyserman, 1989). Esto que significa? Ser separado, individual y autónomo da la oportunidad a expresar y materalizar al yo interior sin importar el entorno social. Ser interdependiente, conectada, parte de la comunidad quiere decir que te manifestarás con más cautela y acorde al entorno social.
2. Estereotipos de percepción pública
Cuando recién me fui de México disfrutaba mucho la vida privada. Viniendo de años de trabajo en la vida pública de mi estado, quizá necesitaba tiempo para mí.
Como investigadora, me apasiona observar y estudiar el comportamiento humano. Observando, me di cuenta de algo que había permanecido invisible hasta entonces a mis ojos: hombres y mujeres no somos percibidos igual en redes sociales. Es común ver publicaciones de hombres donde nos muestran sus logros y actividades en el quehacer público. No es común observar lo mismo de mujeres. Y si lo publican, has notado la diferencia de reacciones en la conciencia pública? Hellman (2001) realizó una revisión de la literatura y concluyó que los estereotipos de género y las expectativas que de ello se generan, lo que es una mujer y cómo debe comportarse, pueden resultar en la devaluación de su desempeño, el negarle los créditos de su éxito, o castigarla por ser competente.
En efecto, los estereotipos de género crean una expectativa de lo que una mujer es, y con ello una predisposición a reaccionar negativamente cuando una mujer se muestra públicamente como competente. Tal reacción negativa resulta en una distorsión cognitiva. Esto quiere decir que cuando ves a una mujer hablar de que es capaz, en ‘automático’ devalúas su capacidad o atribuyes su éxito a otras causas que no son ni ella, ni sus habilidades. Otro bias, resultado de los estereotipos de género, es lo que la mujer “debería ser”. Por ejemplo, cuando una mujer destaca en ámbitos reservados a hombres, va contra la preconcepción de lo que se esperaba de ella, resultando en desaprobación: se habla mal de ella, se le juzga, se intenta boicotear su imagen pública.
No podía creer lo que Hellman (2001) planteaba, así que decidí realizar un pequeño experimento social. Durante 6 meses me di a la tarea de publicar mis actividades cotidianas profesionales en mis redes sociales. En algunas se me observaba en escenarios, en otras en notas de diarios, en otras más, en eventos influenciales. No es que esto no pasara antes, simplemente no lo publicaba. Durante este periodo, lo amplifiqué. Los resultados de mi netnografía fueron congruentes con Hellman (2001). Un gran número reaccionaron conforme a la predisposición de género de lo que soy y lo que deberia ser, tales efectos negativos procedieron tanto de hombres como de mujeres. Por qué? Porque no nos sentimos cómodos cuando una mujer habla de sus éxitos.
3. Estrategia de comunicación digital (o falta de)
No era relevante para mí el realizar una campaña de posicionamiento personal, porque mi vida profesional fluye orgánicamente: de país a país, de continente a continente. Al llegar a este punto, quizá te preguntes, y por qué ahora? Porque me di cuenta de mi punto 2 y decidí irrumpir en sus muros para crear ‘reconocimiento’ y hacemos sentir más cómodos con la presencia de mujeres hablando de su profesión.
Aquí cabe resaltar la gran importancia del manejo mediático de género. Quieres posicionar tu liderazgo? Una estrategia con conocimiento de los estereotipos de género es saludable. Cómo aplican los estereotipos de género en el liderazgo? Una líder es percibida como más “compasiva” pero menos competente y experimentada que su contraparte masculina (Koch 1999, Krupnikov, Piston, y Bauer, 2016). Tradicionalmente, cuando una mujer ocupa posiciones de liderazgo en profesiones que son consideradas masculinas, es percibida de manera negativa. En un análisis de cobertura en medios de líderes, Braden (1996) encontró que aun los medios más serios se enfocan en los aspectos triviales de una mujer líder: estado civil, cómo viste, cómo se ve, cómo suena.
Afortunadamente, tales percepciones, pueden ser encauzadas con una correcta estrategia digital. Quieres saber cómo? Yo puedo ayudarte, enviame un mensaje vía contacto en esta página o conecta en twitter @digitalmisa.
Para concluir:
Hablar de ti mismo, en el ámbito de competencia profesional, en redes, es un reto. Hablar de ti misma, en el ámbito de competencia profesional, en redes, es un reto mayor.
Es importante acercarte a especialistas, o educarte en sus blogs, cursos, etc., para hacerlo de manera estratégica. Estamos tan acostumbrados a ser bombardeados por contenido, que el consumidor postmoderno (tú y yo), se debate constantemente en la disyuntiva entre lo que es genuino y lo que no es. No, de verdad no quieres ser percibido como falso o forzado. Verás, el carácter de una persona trasciende sus escritos. Y esto, será motivo de otra publicación.

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